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Pacheco de Melo 1827, P.5º

C.A.B.A. | Argentina

Fobia a los insectos

Hola. Soy Martín Pueblas, tengo 14 años y les escribo porque me gustaría contar mi experiencia en el Fobia Club y poder ayudar a gente que padece de alguna fobia. Todo empezó un día cuando en el diario Clarín vi un informe sobre las fobias en el cual se mencionaba al Fobia Club.

Les cuento. Yo le tenía fobia a los bichos: abejas, cucarachas, abejorros, grillos, etc. Era ver uno y ya ponerme alerta, respirar entrecortadamente, subía mi ansiedad, en fin los síntomas de un fóbico ante la situación temida. Esta fobia la tuve aprox.

Desde los 8 años. Mi mamá me decía que con el tiempo se me iba a curar, pero resultó ser al revés: a medida que pasó el tiempo la cosa se agravó; ya me costaba mucho pasar cerca de una planta, la primavera y el verano casi no me gustaban un montón de cosas que empeoraban mi calidad de vida. Yo siempre les dije a mis papás que me quería curar la fobia, y estaban buscando un lugar para curarme. Cuando apareció la nota del diario Clarín la guardamos (era otoño).

Pero un día de agosto que hizo calor, abrí la puerta y entró un moscardón; mis papás ya se habían acostado y yo me quedé leyendo un rato. Cuando entró el moscardón la sangre se me congeló y me fui corriendo a mi pieza cerrando la puerta. Estuve indeciso durante 20 minutos y luego me animé a abrir la puerta. Salí y vi al moscardón en el baño, en la pared opuesta a la puerta. Cerré la puerta del baño enseguida, sin apagar la luz. Le hice una nota a mi papá poniendo que me perdonara y que no lo podía controlar; hasta le hice la cuenta de cuánto gastaría la luz prendida toda a noche (0.01$). Así que le dejé la nota y me encerré en mi pieza. «Sellé» la puerta con una toalla y puse Cinta Scotch en la cerradura. A pesar del calor me tapé hasta arriba y tardé en dormirme.

Este hecho hizo que mis papás buscaran una solución rápidamente, y mi mamá se acordó del recorte del diario. Concurrimos a la reunión que todas las semanas tiene lugar en la calle Junín 1445 (Cap.), y luego de escuchar las palabras del Dr. Carrión fuimos a pedir un turno para ver el tratamiento que tendría que seguir.
Después de hacerme los análisis que me mandaron a hacer , comencé el tratamiento psicológico con el Dr. Gustavo Bustamante.

En la primera sesión fuimos a una librería a tocar fotos de bichos; no me costó mucho, pero no cambió mucho mi vida (el Dr. Gustavo me había dicho que aprox. En 8 sesiones, 1 por semana, tendría que estar curado).

En la segunda y tercera sesión fuimos a la plaza que está en frente al cementerio de Recoleta. Había unas flores donde había muchas abejas, y de repente pasó un abejorro zumbando fuerte, y yo corrí grite, lloré, me sentí mal todo al mismo tiempo. Ahí Gustavo pudo ver Mi Fobia. Obviamente mi vida no cambió, pero tuve paciencia.

En la siguiente sesión fuimos a los canteros que hay en el Village Recoleta, y no tuvimos mucha suerte. Luego en la siguiente semana tuve que atenderme con Jacqueline porque Gustavo no podía. Fuimos a la plaza que está enfrente del cementerio de Recoleta, y me quedé 45 minutos abajo del árbol de las abejas; un avance muy importante, pero no el más importante.

La siguiente sesión fue con Gustavo. Le conté lo que había hecho con Jacqueline y fuimos a los canteros del Village Recoleta, sin éxito alguno. Ahí Gustavo me dijo que la próxima sesión sería en el Jardín Botánico. Así que ahí fui (aunque nos desencontramos) y creo que esta fue la sesión más importante.Caminábamos por el Botánico en busca de «mis amigos» cuando de repente vi un abejorro (uno de mis bichos más temidos) y se lo dije a Gustavo: me dijo que me acerque.

Poco a poco me fui acercando al árbol, muy nervioso, con mucho miedo. La verdad es que la pasé muuuuuy mal. En un momento había 10 abejorros sobre mi cabeza y yo quieto abajo a punto de llorar. Hasta que se acercó uno aproximadamente a medio metro y no salí corriendo. Consumí toda la fuerza de voluntad que tenía y al final ya los abejorros no me asustaban tanto; hasta vi como chupan la flor. Después de 20 minutos abajo del árbol ya me podía reír y estar algo relajado.

Ya casi no tenía miedo. En la próxima sesión fuimos al mismo árbol, y había algunos abejorros, pero esta vez me acerqué sin miedo, ya directo abajo del árbol. Gustavo me tiraba ramitas, pero ya no me sobresaltaba como antes: me quedaba quieto contemplando los abejorros. Me sorprendí a mí mismo. En la última sesión Gustavo me dio como tarea tocar un abejorro, y lo hice. Costó porque vuela muy alto y en cuanto uno los quiere tocar se van. No sentí nada más que el golpe que me di con el abejorro (antes veía uno a 10 metros y ya me ponía mal).
La verdad estoy muy contento porque mi vida cambió mucho. Ahora estoy disfrutando mucho del verano y voy a poder ir al club a jugar al aire libre, dormir debajo de árboles, etc. Estoy muy agradecido con la Fundación y obviamente con Gustavo, ya que fue el que me ayudo a superar mi fobia.

Martín Pueblas