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Pacheco de Melo 1827, P.5º

C.A.B.A. | Argentina

Terapia Cognitiva en Niños y Adolescentes

Lic. Maria Luz Pilheu

La terapia infanto-juvenil desde un enfoque congnitivo conductual busca promover un desarrollo adecuado de niños y adolescentes, teniendo en cuenta los distintos momentos del Ciclo Vital del ser humano en esas primeras etapas de la vida.

La terapia infanto-juvenil desde un enfoque congnitivo conductual busca promover un desarrollo adecuado de niños y adolescentes, teniendo en cuenta los distintos momentos del Ciclo Vital del ser humano en esas primeras etapas de la vida.

Dentro del ciclo vital encontraremos crisis vitales, las cuales son esperables y necesarias para que los más pequeños hagan un proceso apropiado en torno a su edad. Crisis significa oportunidad de cambio desde este enfoque. Siempre que acuden padres a la consulta en busca de orientación, nos ocupamos de poder clarificar que aquello que está ocurriendo en uno de los miembros de la familia es una oportunidad para modificar patrones familiares y vinculares que proporcionen una mejor calidad de vida no sólo para el niño o adolescente por el que se consulta, sino también para la familia en su conjunto.
Es muy importante poder entender el núcleo familiar como un todo que se divide en partes, pero que cada parte hace al todo, y por consiguiente lo que le suceda a una de las partes remitirá al conjunto familiar y viceversa.
Los niños aprenden de muchas formas, pero el primer contacto (y el más importante) es con la familia y su entorno. Ellos aprenden a partir de la imitación de los patrones de conductuales familiares, y ese es el modo en que éste interioriza ese mundo tan complejo, y esos lineamientos que aprenda  funcionarán como preparación para la adultez.

Entonces, al comprender la importancia del rol de la familia en el desarrollo de un niño es importante tener en cuenta lo fundamental que es acompañar los cambios inherentes a las crisis vitales que experimentan los niños, fomentando la comunicación entre padres e hijos como pilar básico del vínculo familiar. Estos cambios que acompañan estos momentos no sólo involucran al pequeño miembro de la familia sino también a los padres y hermanos, ya que éstos deben ser atravesados por todos, aunque cada uno lo vivenciará de distinta manera y eso requiere de una disposición y paciencia de parte de los adultos para saber entender y transitar cada etapa.
En estos períodos los límites deben ser claros dentro del sistema familiar. Delimitar los distintos roles traerá claridad, seguridad y firmeza dentro de cada subsistema (parental, filial). Los límites infunden amor y cuidado, ya que tanto niños como adolescentes necesitan de una guía constante y comprensiva de parte de sus padres, aún cuando parecieran mostrarse maduros para sus edades.
Albert Bandura, psicólogo canadiense que centró sus estudios desde un enfoque cognitivo-comportamental en el aprendizaje social, menciona en uno de sus muchos estudios que en de vital importancia comprender la necesidad de un período “juvenil” extenso para desarrollar un cerebro grande y aprender la complejidad de las comunidades sociales humanas y sus exigencias. Transmitir límites y normas necesarios para la formación de personas que puedan desenvolverse en la sociedad, vivir y funcionar en distintas organizaciones. Entendiendo entonces que cada niño tiene tiempos distintos para aprender y crecer, y la familia debe acompañarlos en ello , y cuando ésta no encuentra las herramientas necesarias para hacerlo ahí es cuando la consulta de carácter orientativo a padres es menester.
En el espacio terapéutico se buscará facilitar distintas estrategias a la familia que vehiculicen la transmisión de conocimiento influyendo en el proceso de aprendizaje social de cada niño, en la modificación de patrones conductuales disfuncionales que permitan un mejor funcionamiento del individuo y el medio en el que habita.
Como padres y vehiculizadores de la crianza el tener profunda convicción de que todo lo que hacemos tiene un significado es fundante en tanto promueve la confianza básica en el niño y adolescente, así como impartir hábitos claros en relación a límites y normas, higiene del sueño y alimentación, ya que promueve un desarrollo pleno de la autoestima e integridad física y psíquica del niño. Esto luego se manifiesta en los distintos espacios sociales donde se mueven niños y adolescentes, dado que el aprendizaje social está vinculado no solo a contenidos académicos, sino a patrones cognitivo conductuales, emocionales y relacionales.
Este aprendizaje integral promueve un desarrollo saludable enmarcado dentro de valores compartidos y construidos conjuntamente teniendo en cuenta las particularidades de cada niño y adolescente.

Lic. Maria Luz Pilheu